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Un viaje de buena voluntad: A 65 años de la visita de Fidel Castro a Estados Unidos (IX)

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El 15 de abril de 1959, Fidel Castro inició un viaje a Estados Unidos que se prolongó hasta el 28 de abril. En esta ocasión, viajó como un ciudadano privado en respuesta a una invitación de la American Society of Newspaper Editors (Sociedad de Editores de Periódicos). Este viaje fue detalladamente documentado en el libro “Fidel por el Mundo” escrito por Luis Báez, quien fue uno de los periodistas que acompañaron al Comandante durante su recorrido por Estados Unidos, Canadá y posteriormente por América del Sur.

Al conmemorarse 65 años de este histórico viaje, Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten las memorias recopiladas por el autor de aquellos días:

Viernes, 24 de abril de 1959

El gran acontecimiento en Nueva York es el mitin en el Parque Central el 24 de abril en horas de la noche. Inicialmente los organizadores del acto le propusieron a Fidel que la actividad se celebrara en el estadio conocido como Polo Grounds sede del equipo de béisbol los Gigantes de New York. El líder revolucionario se opuso a que se efectuara en un recinto cerrado.

Fidel sugirió el Parque Central. Eso les creó un fuerte dolor de cabeza a los organizadores de la actividad. Nunca antes se había celebrado un acto de este tipo en esos terrenos. Fue necesario solicitarle una entrevista al alcalde de la ciudad para que otorgara el permiso correspondiente.

No fue posible verlo. Entonces, le plantearon la situación a Hubert Jack presidente de la Comisión de Presupuestos de la alcaldía. Su reacción inicial fue la de negar la solicitud. Se le explicó que el Parque Central era un lugar abierto, se encontraba en el mismo centro de Manhattan, lo cual hacía más fácil el acceso a la concentración. Al fin, las autoridades municipales accedieron.

Desde el atardecer la ciudad viste una fisonomía íntegramente latinoamericana. Los ómnibus se vacían en las calles aledañas. De las bocas del subway brota un hormiguero incesante rumbo al punto de la cita histórica.

Se instalan 50 grandes reflectores, montados en nueve camiones. Los organizadores del acto, por su parte, alquilan enormes faros de vigilancia antiaérea y los colocan de forma que sus haces de luces dominen la explanada.

La ciudad destacó 500 policías uniformados. También 33 de la guardia montada. Numerosos autos patrulleros. Miembros del servicio secreto. Además de 200 detectives, de los cuales 50 de ellos ocuparon el lugar frente a la tribuna en la cual Fidel hablaría, ubicada en el sitio llamado La Concha.

Fidel arriba a las 8:25 de la noche. Numerosas banderas cubanas y dominicanas se alzan por encima de las miles de personas que se han dado cita en la histórica concentración. Se ven retratos de Fidel, letreros alusivos, gritos de denuncia contra la satrapía trujillista. Sobre todo la consigna nacional: “Gracias, Fidel”. Una banda de música de la Confederación de Sociedades Hispánicas interpreta las marchas rebeldes.

El capitán Jorge Enrique Mendoza, que fuera locutor de Radio Rebelde, pone una nota de emoción cuando clausura sus palabras repitiendo el grito de esperanza y combate que noche a noche se escuchaba en todos los rincones de América: “Aquí, Radio Rebelde, en su Cadena de la Libertad, desde las montañas de Oriente, territorio libre de Cuba […]”.

Le toca su turno a Fidel. Las manos a la espalda, permanece de pie frente a los micrófonos en espera que se restablezca el silencio. Su solemne inmovilidad sugiere estatua y símbolo.

Pocas veces en la vida nos es dada la oportunidad de vivir un momento tan emocionante como este. Es posible que en los largos años de la historia de Cuba jamás se haya producido un acto como este, no por su dimensión numérica, aunque es verdaderamente grande. Es, según los entendidos, el acto de esta índole más grande que se ha producido en la ciudad de Nueva York que es, al mismo tiempo, la mayor ciudad del mundo.

El valor de este acto radica en las personas que están presentes. Su valor radica en que se han reunido no solo los cubanos; aquí están también presentes los dominicanos, los puertorriqueños, los mexicanos, los centroamericanos, los latinoamericanos, y también en número considerable los norteamericanos.

El orador mantiene el brazo izquierdo a la espalda. El derecho, describe vigorosos trazos en el espacio, subrayando cada idea.

No puede extrañar un simbolismo más profundo, no puede constituir para este continente una esperanza mayor. Parecía una empresa difícil. La Revolución Cubana no era comprendida cabalmente... No tanto en los pueblos latinoamericanos, que por haber sufrido las mismas cosas que nosotros hemos sufrido, por haber estado padeciendo de los mismos males políticos y sociales estaban en condiciones mentales para comprendernos mejor.

Expone las razones de su viaje a los Estados Unidos: “No vine aquí a mentir; no vine aquí a ocultar nada, porque nuestra Revolución nada tiene que ocultar. No vine aquí a pedir nada, porque nuestra Revolución no tiene nada que pedir, como no sea amistad y comprensión”.

Habla de sus sueños de exilado, cuando sus compatriotas en el exterior le dieron calor y apoyo. Las promesas de entonces son las realidades de hoy: “Lo que hace posible las grandes empresas libertadoras es la fe y el aliento. Sembremos fe y estaremos sembrando libertades. Sembremos solidaridad y estaremos sembrando libertades”.

Es un discurso trascendental. En su espíritu pugnan el ímpetu del revolucionario y los deberes del estadista.

Cuánto me agradaría ser aquel joven estudiante que no vaciló en unirse a los dominicanos cuando se preparaban para liberar a su tierra... Pero hoy somos gobernantes, no porque lo queramos, sino porque lo demanda nuestro propio pueblo.

Cuba se ha convertido en la esperanza y hay que salvar la esperanza.

Analiza el dramático pasado de las repúblicas latinoamericanas.

Nunca se aplicó la justicia y el crimen quedó impune. Durante cuatro siglos verdugos se ensañaron con los pueblos, a través de cuatro siglos verdugos ultrajaron y ensangrentaron impunemente a los pueblos de América... En tres meses, por primera vez en cuatro siglos, un pueblo ha castigado el crimen, ha castigado la tortura, ha castigado la crueldad, ha castigado el sadismo. Y cuando se nos pregunte por la justicia revolucionaria, respondamos: Es la voluntad de los pueblos...

Es el sentimiento de los pueblos que no tuvieron nunca la justicia en cuatro siglos. Hemos tenido que aplicar la justicia severamente, pero era un deber y era un derecho del pueblo cubano. La hemos aplicado con dolor y sin odios. Le ofrecimos al pueblo justicia y la justicia se ha cumplido.

Tiembla emocionada la voz del líder revolucionario cuando evoca su viaje a Nueva York en la compañía de Juan Manuel Márquez:

(...) aquel compañero inolvidable que hacía poner de pie a la multitud cuando hablaba.

No está presente hoy, pero la obra que inició está aquí presente. No está presente él, pero está presente su recuerdo. No está presente él, pero están presentes los frutos de su sacrificio... Juan Manuel Márquez, a ti dedicamos hoy el mejor recuerdo y el más sentido homenaje. Aquí está tu compañero, que siguió la lucha... No se pondrá hoy de pie la multitud con tu palabra, pero se pondrá de pie con estas palabras que pronuncio al conjuro de tu recuerdo.

Antes de partir de Nueva York recibe a Bobby Maduro presidente del equipo de béisbol los Cuban Sugar Kings que le informa de la crisis económica que viene sufriendo el conjunto beisbolero y que le puede costar a La Habana perder la franquicia en la Liga Internacional Triple A. Fidel imparte instrucciones para resolver la situación.

En fotos, Aquel 24 de abril de 1959

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Cubadebate

 

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